Escritura

La ficción literaria se “me cayó encima” sin experimentar siquiera una “vocación”. No me quedó otra opción que escribir para liberarme de lo que brotaba dentro de mí. Hasta entonces era un lector feliz. Desde entonces si me atrapa un libro, se potencia el disfrute, pero si me disgusta, mi tedio, desánimo o enojo son mucho mayores.

Difícil es describir semejante actividad idealizada por los que la desconocen. Razón no le faltaba a Joseph Conrad cuando dijo: “Mi mujer no entiende que estoy trabajando cuando miro por la ventana.”

Empecé escribiendo relatos, algunos reunidos en un libro (Siete voces), y luego retomé una historia de largo aliento, muy arraigada y de lenta eclosión. El proceso de escritura se consolidó gracias a numerosas lecturas históricas, y no sé si llamarlas antropológicas, para dar nacimiento a la novela titulada El círculo de los vientos ambientada entre 1791 y 1806 en las Grandes Llanuras de los Estados Unidos.

Por otra parte, sin saber cómo, paso a paso, escribí más de cincuenta artículos publicados en la revista de cine Positif.

El círculo de los vientos

Sinopsis:

En 1791, un aristócrata atormentado, que rechaza la Revolución francesa y huye de la justicia, cruza el océano y se adentra en las Grandes Llanuras norteamericanas. Lo que empieza como una huida se convierte en un viaje espiritual que lo enfrenta a sus propios prejuicios. Durante el viaje se desprenderá de sí mismo para abrirse a otra forma de conciencia.

El protagonista asiste con dolor a la codicia de las potencias europeas y estadounidense, al capitalismo en ciernes, a la expansión colonial y al esclavismo que él mismo defendía. Junto a unos nativos comprobará cómo el cerco ya se estrecha sobre ellos y sobre una naturaleza sagrada que pronto será sometida a la devastación.

El círculo de los vientos es un western inmersivo y épico donde se enfrentan dos cosmovisiones. Leerlo es meditar acerca de la libertad, la igualdad y el amor consolidado por el tiempo.

Siete Voces

Premio Rafael González Castell

Sinopsis:

En Siete voces se despoja la voz del narrador para que vivan sus personajes en primera persona. Hubo de encontrar para estos relatos los pensamientos y sentimientos de hombres y mujeres de edades, entornos sociales, geográficos e históricos muy diferentes. Para llegar a la desnudez afectiva que deja al descubierto las emociones más hondas importaba confiaba confiar en la introspección, gracias a la cual los personajes afirman su vitalidad a despecho de las heridas. En la búsqueda de todos ellos aflora cierta tensión hacia lo ideal, lo quebradizo y lo primigenio. En Siete voces “todas las voces, sean voces sin afinar, voces amortajadas por el miedo, voces encopetadas, entrecortadas por la emoción, ásperas o alegres, todas las voces se funden en una matriz musical.”

El PDF adjunto contiene Siete fotos y Querido Víctor. Estos dos monólogos forman parte de los siete relatos reunidos en Siete voces.

El guionista y director que soy se siente atraído por character driven stories, por guiones que huyen de acrobacias dramáticas, por las aventuras formales, la apertura hacia lo imaginario y el cine de autor expresado en el marco de géneros establecidos.

En el inicio de mis proyectos surgen una imagen matriz y un personaje, nunca una trama o un tema. Los descubro después una vez los personajes adquieren fuerza. Sólo puedo escribir lo que visualizo, por eso mismo me considero más un guionista-director que un guionista puro.

Mis historias pueden estar ambientadas aquí y ahora, en países lejanos, hace mucho tiempo o en un futuro cercano, todas ellas, a decir de los profesionales que las han leído, se destacan por su brevedad y sobriedad, por su intensidad dramática contenida al tiempo que por cierto lirismo.

Tiendo a reescribir mucho el tratamiento secuenciado. Como decía Hitchcock: “Una vez que el guión está escrito, sólo falta añadir los diálogos.” Por supuesto, funcionaba en su caso, pero no todos los guionistas y directores tienen las mismas necesidades.

Mientras los cimientos no sean sólidos para mí no tiene sentido escribir una continuidad dialogada. A diferencia de muchos autores no predico la escritura de muchas versiones de guión. Un guión “sobreescrito” deja menos espacio para la puesta en escena. Al punto de que algunas veces las películas son meros guiones filmados.

Hace años leí en la copiosa autobiografía de Elia Kazan algo que me llamó mucho la atención. El cineasta, que había leído los manuscritos y tapuscritos originales de dramaturgos en vías de lograr la fama (Tennessee Williams, Arthur Miller, Clifford Oddets, William Inge) llegó a la siguiente comprobación: “cuando una obra es buena, lo es desde el inicio.” Hasta entonces creía ingenuamente en los poderes infinitos de la reescritura. Desde hace tiempo comparto la convicción de Kazan.

He descubierto que en mi caso no hay que buscar sino esperar. Si busco afanosamente, es un esfuerzo baldío producido por una voluntad racional que cohíbe. Cuando por fin se perfilan los contornos de la historia, su estructura, y sobre todo su tono y su ritmo, la labor se vuelve intensa y el rumbo, claro.

Como autor observo cambios en mi trabajo. Cada día más el montaje implícito de las escenas guía mi manera de construirlas. Por otra parte, en los guiones más recientes las mujeres y la reflexión ecológica son protagonistas. Aunque vivo en una gran urbe suele ser la naturaleza la que me inspira, la ciudad muy pocas veces.

Mis guiones han sido seleccionados para participar en talleres o encuentros como por Madrid CreaLab, la Casa de América, Equinoxe, la Maison des Scénaristes, la SGAE, el mercado online del festival de Cannes o Cinenido.

Ha llegado el momento de convertirlos en películas.

Chansons sous la neige

«On connaît la chanson» (1997) fue el mayor éxito comercial del cineasta Alain Resnais. Quién habría pensado que esta película muy singular, sin precedentes ni descendencia, si no musical sí cantada , porque introduce numerosos extractos de canción insertados en la ficción, sedujera a cinéfilos, aficionados a la comedia no menos que a la canción popular y siguiera siendo veinte años después un ejemplo de experimento feliz no reñido con sus postulados más atrevidos.

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Roads and movies, for ever

Las road movies siguen ejerciendo el mismo poder de fascinación ahora que hace casi un siglo. Viaje donde prevalece lo accidental y la introspección silenciosa, soledad entrecortada de encuentros casuales, búsqueda de la libertad y de su identidad, promesa a veces no cumplida de fragmentos de felicidad, todo ello pone al hombre frente a un paisaje, no necesariamente bello o espectacular, que lo revela a sí mismo.

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Le corps transfiguré

El artista y la modelo (2012) es una de las películas más íntimas de Fernando Trueba, también lo es de su protagonista Jean Rochefort al que vemos aquí en uno de los mejores papeles más destacados de los últimos años de su vida.

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Mexique, terre grande

Emilio Fernández, cuyas imágenes fueron a menudo filmadas por Gabriel Figueroa, gustaba de dirigir melodramas cargados de erotismo y simbolismo latentes y excesos debidos a personajes presa de pasiones devastadoras. En cuanto a Roberto Gavaldón, se le debe una adaptación famosa del precioso cuento titulado «Macario» de B. Traven, autor del más conocido «Tesoro de la Sierra Madre».

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Margaret, Joan et Jean : trois voix, trois destins

Margaret Sullavan, Jean Arthur y Joan Bennett fueron tres notable actrices, cuyas voces muy peculiares resuenan aún en la memoria de los espectadores. Sin embargo, algo en cada una de ellas, y a pesar de su talento, les impidió alcanzar una fama duradera y con apenas más de cuarenta años fueron relegadas a un segundo plano. La primera parecía demasiado novelesca, la segunda demasiado independiente y la tercera demasiado fuerte.

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Le baiser de Saturne

La melancolía en el cine no sólo se manifiesta mediante sentimientos, lugares y acciones dramáticas sino también a través de la relación que establecen los personajes con las imágenes fijas, a menudo lienzos y fotografías. Cuando se abisman en su contemplación o cuando el cineasta los coloca aquellas imágenes en el decorado cobran un significado implíct que merece que nos detengamos.

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Le Film Noir dans le miroir néoréaliste

El Film Noir no deja de fascinarnos. Más allá de su vertiente seductora cargada de erotismo, sofisticación y de melodramas criminales, también ha dado lugar a películas secas, ásperas, modeladas por la visión documental del periodismo de denuncia social y herederas del Neorrealismo italiano.

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Madrid, 1963, le rire des perdants

En los años sesenta surgen en España unas comedias amables y ácidas, cuando no sarcásticas, que critican con fuerza los cimientos del régimen franquista. Vistas hoy ofrecen un panorama revelador de los hábitos sociales de entonces, de los miedos y de las pequeñeces. Y si todavía nos reímos viéndolas es que su acierto fue notable. El artículo fue publicado en julio/agosto de 2016 en la revista Positif.

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Philippe Noiret : Le cavalier de Turcy

Algunos actores se destacan por la mirada, otros por su forma de moverse. Philippe Noiret permanece en nuestra memoria de espectador por su voz potente, profunda y a vece s suave que utilizó como un instrumentista virtuoso. Además, más allá de estilos y escuelas dio vida a actuaciones muy variadas con la misma fuerza apacible sin que logremos saber cómo lograba hacer suyo el personaje.

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Hitchcock, Beyond suspense

La exposición «Hitchcock, más allá del suspense» acogida por el Espacio Fundación Telefónica es una nueva oportunidad para acercarse a algunos de los motivos visuales y dramáticos más a menudo empleados por Alfred Hitchcock en sus películas. Más allá del suspense, sí, pero al mismo tiempo dentro de las formas que lo han generado.

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Michael Cimino dijo que la literatura genera pensamientos y el cine sensaciones y sentimientos. Creo comprender la convicción del cineasta y la comparto. Si una película suscita reflexión, bienvenida sea, pero la puede despertar una mirada, un ademán, una voz, un efecto de luz, un fragmento musical o un sonido.

Desde mi punto de vista la obra literaria nos sume en un viaje, que podemos volver a emprender a nuestro antojo, cuando el guión nos condena a mantenernos en un umbral frustrante.

Si estilo hay en un guión se ha de percibir en el tono, en el tempo y más aún en las lagunas del relato, necesarias para que se cumpla la promesa de una película. No deja de ser una partitura, de ingrata lectura, que no cobra vida hasta ser interpretada.

Con respecto a la escritura de artículos, me ayudan a aclarar mis reflexiones sobre el cine, si bien dedico demasiado tiempo a darles forma y ritmo.