CINE

En el comienzo hubo cortometrajes de ficción. Tres. Espero haber aprendido algo de sus fallos y aciertos en parte debidos a la misma causa: la voluntad de mantener el control. Sigo pensando que todo lo que pueda hacer más adelante está contenido en ciernes, no en su expresión dramática, sí en sus imágenes (encuadres, luz, movimientos de cámara, ritmo).

Luego hubo un largo silencio tras el cual para mi sorpresa he dirigido dos documentales: La mano azul y Elegía del trópico. Muy lejos quedaba entonces el sexto continente del cine, es decir, el cine documental. No había zarpado aún hacia sus tierras por descubrir. Al igual que la ficción literaria llegó sin buscarlo, así, como quien no quiere la cosa.

Pese a haber dirigido poco, pude comprobar que la ficción y el documental no son en absoluto opuestos, sino complementarios.

LOS SILENCIOS

DONDE LAS VOCES

KNOCK OUT

LA PENÍNSULA

ELEGÍA DEL TRÓPICO

Héloïse

LA MANO AZUL

TIERRA SAGUACHE

Mi percepción es la siguiente: quien quiera dirigir ficción ha de ser capaz de tomar la palabra con fuerza y claridad, quien quiera dedicarse al cine documental ante todo ha de saber escuchar. Amado por los dioses es aquel que combina ambas cualidades.  El director de una película de ficción toma las riendas, el director de un documental trabaja por impregnación y finge dejarse llevar por cuanto sucede.

A mi entender la práctica del documental aporta empatía al director de ficción a veces demasiado obsesionado con la técnica que confunde con la puesta en escena y le ayuda a elegir el punto de vista narrativo. En cambio, la habilidad para filmar ficciones refuerza el rigor dramático y la coherencia estética en el enfoque documental.

Cuanto más abierta sea la ficción, más se acerca al cine documental. Estimulante es esta porosidad entre ambas formas de expresión, tan antigua como lo es el cine, y en mi caso me ha llevado a acoger lo imprevisto con agrado.