L’ivresse du désenchantement

Escribía Baudelaire: « Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.” Sí, pero la resaca causada por la contracultura, el despertar post hippie, las decepciones ideológicas, las derivas políticas, las heridas del amor, generaron en el cine americano de los años setenta un desencanto agudo tan embriagador como el spleen baudeleriano.