En el comienzo hubo cortometrajes de ficción. Tres. Espero haber aprendido algo de sus fallos y aciertos en parte debidos a la misma causa: la voluntad de mantener el control. Sigo pensando que todo lo que pueda hacer más adelante está contenido en ciernes, no en su expresión dramática, sí en sus imágenes (encuadres, luz, movimientos de cámara, ritmo).
Luego hubo un largo silencio tras el cual para mi sorpresa he dirigido dos documentales: La mano azul y Elegía del trópico. Muy lejos quedaba entonces el sexto continente del cine, es decir, el cine documental. No había zarpado aún hacia sus tierras por descubrir. Al igual que la ficción literaria llegó sin buscarlo, así, como quien no quiere la cosa.
Pese a haber dirigido poco, pude comprobar que la ficción y el documental no son en absoluto opuestos, sino complementarios.